Te echaba tanto de menos.

Te echaba tanto de menos desde aquel último beso en el que nos entregamos. Aquella tarde del otoño, mientras lo arboles exhalaban un torrente de hojas a nuestro al rededor. Era atardecer, lo recuerdo. Se mezclaba tan bien el vivo y cálido color naranja del sol escondiendo su melena de nuestro mundo, con las hojas que recorrían el viento, como si este les hiciera sentirse bien. Supongo que se sentí

an libres al estar allí, dispersándose por el aire, sin interés de nada más.
Te echaba tanto de menos desde aquel día.
Tomaste mi cuello para aferrarte a mis labios. Yo hice lo mismo e hice sentir a mis dedos, tu cabellera despeinada pero suave. Te besé más intenso cuando me di cuenta que el cielo comenzaba a oscurecer y que pronto dejaríamos de ser uno solo.
Te echaba tanto de menos desde ese momento, cuando repentinamente una lágrima cayó y tocó mis labios. Te echaba tanto de menos desde el solo segundo en el que tus labios pronuncian una palabra que jamás logré entender, y te esfumaste en el aire. Como una de esas hojas de otoño que se revolcaban en el cielo.
Te echaba tanto de menos hasta que entendí, después de 15 años, que aquella palabra que escuché a lo lejos y dispersa, fue siempre un 'volveré'. Desde ese instante, dejé de extrañarte... ahora, ahora solo ansío volver a besarte.