Porque aún pienso en ti, porque aún me importas,
porque todavía creo en una intolerante fantasía del nosotros, porque por cada
vez que digo que te olvidé, lo hago con el simple hecho de recordarte, con una
excusa absurda, pero que funciona. Porque cuando digo que te odio, lo hago con
esa intención de decirme a mí mismo: La amas. Porque si alguna vez te negué, lo
hice con un único propósito: Que nadie me creyera. Porque cuando te veo, y no
te hablo, no lo hago con el fin de ignorarte, es solo para insistirle a mi
destino que no soy lo suficientemente fuerte para estar sin ti.
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